Quiero compartir con ustedes un ejercicio sobre fidelidad a los campos mórficos de resonancia .Este ejercicio lo realizamos en el marco del Curso Padres e Hijos, Hijos con dificultades, que se desarrolló en la ciudad de Buenos Aires del 15 al 17 de Junio de 2018.
Particularmente me hizo mucho sentido, si bien también debo decir también, que en ese momento no me sentí reconocida en la información que me dio la persona que representaba mi campo limitante, dejé esa información que resonara en mi y un día después me cayó la ficha…me reconocí en él, como ese comportamiento me limitaba en mi vida y a la vez me reconocí en todas las situaciones que me lo reflejaban.
El concepto de Campo Mórfico es muy importante en la sistémica y hasta diría que no es suficientemente valorado al día de hoy, los invito a tomarse unos minutos para hacer este ejercicio desarrollado por Brigitte.
Campos Mórficos.
Cuando miles de personas, cientos de miles, han vivido la misma emoción o creencia o actitud, esta vivencia crea lo que R. Sheldrake llama un campo mórfico de resonancia. Significa que crea una atracción irresistible y los vivos están atrapados por esa resonancia sin poder hacer otra cosa que imitar instintivamente la vivencia de este inmenso grupo de personas.
Como vivos estamos vinculados por un lado a todo nuestro sistema familiar (y otros sistemas), y por otro lado a varios campos mórficos.
Resonancias.
La resonancia de un campo nos atrapa al haber vivido algo en un momento dado, con mucha intensidad. Pues en ese momento resonamos con ese algo que vivieron otras miles de personas. Pero cuando se terminó lo que justificaba ese algo, seguimos en ello a pesar de todo, porque, ya, no podemos salir de esa resonancia.

Ejercicio sugerido por Brigitte Champetier de Ribes:
Se puede hacer con dos personas o uno mismo. Aquí lo describo para uno solo.
Miro hacia la vida, miro la vida como es, con la muerte.
Veo a los seres humanos, cada uno con su destino, naciendo, viviendo, muriendo.
Cada vida, pensada y amada por Algo más grande.
Y detrás de mí lo que ya terminó.
Me giro hacia lo que ya terminó y le doy las gracias.
Y cuando quiero volver a mirar la vida, me doy cuenta que algo retiene mi mirada, algo grande me atrae, no lo puedo soltar.
Ahora me coloco donde estoy mirando, encima de una silla. Siento la fuerza de ese Campo, y espero hasta experimentar lo que transmite este Campo. (Si somos dos, la que representa al campo le dice a la otra persona lo que está experimentando en ese momento).
Vuelvo a ser yo, tomo consciencia de la vivencia de ese campo con la que estoy resonando. Me doy cuenta que esta resonancia me impide ver lo demás, me aleja de la realidad, me corta de la vida.
Honro ese Campo, honro esa multitud de personas que vivieron lo mismo que yo. Tendré que postrarme completamente para que esa honra llegue a todas estas personas. Y les digo “gracias por ser como sois”.
Me quedo en esa honra y ese agradecimiento hasta que perciba que el Campo se ha hecho pequeño y se ha bajado de la silla; quizás incluso pueda abrazar ese Campo, antes de notar que ya estoy libre y puedo ir hacia la vida.
Brigitte Champetier de Ribes