En una familia reconstituida, la nueva pareja sólo tendrá futuro si respeta el pasado, respetando a las parejas anteriores y a los hijos fruto de estas primeras parejas. Hubo amor, hubo grandeza en estas primeras parejas, y los nuevos conyugues no son mejores que los anteriores…
Las personas anteriores tienen preferencia sobre las nuevas. Necesitan ser honradas con
agradecimiento por los nuevos, agradecidas por haber dejado el lugar disponible para el
nuevo.
El sistema nuevo tiene preferencia sobre el antiguo, por eso, las exparejas se retiran, respetando la fuerza del nuevo sistema al servicio de la vida.
Todo se irá equilibrando si a nivel individual los antiguos son respetados, y a nivel colectivo,
el nuevo sistema es honrado por los antiguos.
Los conyugues no se eligen, sino que son dirigidos por los dos sistemas familiares que necesitan la unión de estas dos personas. Tanto el enamoramiento como las separaciones son necesidades de los sistemas familiares, no son decisiones individuales.
En la familia reconstituida, dos pasados se juntan, lo que exige mucha generosidad y mucha
humildad de cada uno.
Cada miembro de la nueva pareja ha de agradecer su propio pasado, agradecer a la pareja
anterior, asumir su responsabilidad en la separación y despedirse. Todo lo que no tenga resuelto con la primera pareja se volverá a plantear con la siguiente.
También ha de inclinarse ante el pasado de su nueva pareja y específicamente ante la pareja
anterior de su pareja actual: “te honro, tú eres la primera y siempre lo serás”.

Y una vez el pasado esté en su sitio, no se vuelve a hablar de él, no se vuelve a hablar de las
antiguas parejas. Toda la energía de la nueva pareja está en el nuevo presente, orientada al
nuevo proyecto de pareja.

Brigitte Champetier de Ribes. 

 

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