Tomar la decisión de empezar una terapia no es algo fácil. Reconocer que tenemos un problema y que además no somos capaces de salir de él sin ayuda no es un proceso sencillo. Pero una vez lo hemos superado y tomamos la determinación de acudir a terapia, nos queda otra barrera que superar, la de elegir un buen terapeuta.
Si hay alguien que conoce a alguien que fue a uno que le fue bien, es probable que vayamos a ese, sin mirar nada más,el boca a boca en esta profesión es muy frecuente. Pero si no conocemos a nadie, nos sentaremos delante del señor Google y pondremos “terapeuta” en (nuestra provincia)”. Pero, ¿y ahora de todos los que salen cuál elegimos?¿cómo diferenciamos a un buen profesional de uno que no lo es? Somos responsables de esta elección, al igual que los terapeutas deben ser responsables en su formación.
Muchas veces vemos publicaciones de “cursos” que en dos días “te” convierten en terapeuta, y eso no es posible. Ser terapeuta implica primero un proceso propio, que es necesario atravesar. El primer orden de la ayuda de nuestro querido maestro Bert Hellinger dice: Solo podemos dar aquello que tenemos y solo podemos esperar y tomar aquello que realmente necesitamos. Se trata pues de ayudarlos con lo que realmente necesitan y no de la forma se nos pide o exige.
No podemos dar lo que no tenemos, por ende no podremos guiar a nadie en su proceso si antes no hemos transitado ese lugar.
Podemos ver muchos “terapeutas” que ofrecen sus servicios para ayudarte a encontrar el equilibrio, el amor, la prosperidad etc en tu vida pero si miras su vida hay muy poco de eso en ellos.
Entonces me surge la pregunta de cuán conscientes somos de la responsabilidad que implica el ayudar al otro, y a la vez buscar alguien que me ayude.
Se ha abierto un debate al cual te invito a participar, en el audio te cuento cómo hacerlo.